La cercanía de la primavera me pone felíz. Tal vez porque
con la llegada de los días más cálidos vuelven a mi los recuerdos del jardín de
la casa de mi madre. Caminar por ese gran espacio verde siempre fue una
aventura. Recuerdo de pequeña recorrer cada rincón y observar la diversidad de
plantas, de objetos y obviamente recuerdo su dedicación para mantenerlo.
Las mañanas de riego, la poda y luego disfrutar juntas unos
mates debajo de los pinos o el timbó colorado que misteriosamente
creció de un tamaño extraordinario.
Aromas, texturas, colores, todo eso me inspiraba. Hoy
comparto algunas fotos que tomé durante mi última visita a lo que con mi hija
llamamos “El jardín de Titi”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario