El término "ventana" proviene del latín ventus (viento), haciendo referencia a la capacidad de ventilación que proporciona. Antiguamente la ventana también se denominaba fenestra
ó también denominada "finistra", de forma idéntica a como se llama en
latín y en griego. Este sería el modo directo de derivación etimológica.
Una de las principales misiones que cumple una ventana es la de
ventilación, permitiendo a través de ella la comunicación del interior
de la estancia con el exterior. Es evidente que, tratándose de un
recinto habitable, la exposición al ambiente externo no puede ser
permanente por razones climatológicas,
de ahí que se precise disponer de un sistema de cierre eficaz. No
obstante, las hojas de la ventana que sirven de cerramiento no deben
impedir otro de los aspectos funcionales de ésta: la iluminación. Para permitir el paso de la luz a su través las hojas deben ser acristaladas. Aunque antes del siglo XX
existían algunas desventajas, como pueden ser el excesivo soleamiento
interior o la propia iluminación en circunstancias no deseadas y la
reducción de aislamiento térmico, dadas las prestaciones del vidrio aislante a principios del siglo XXI, se puede considerar que estos inconvenientes han sido resueltos.
Para paliar estos inconvenientes se han utilizado accesorios como las persianas, las contraventanas
u otros similares, que contribuyen asimismo a la mejora del
aislamiento, sin perjuicio de que, además, se utilice también vidrio
aislante diseñado especialmente para este fin. Por último, otra de las
funciones que cumple la ventana es la de permitir las vistas a través de
ella. Es muy común desear ver hacia el exterior sin que desde fuera se
pueda ver lo que hay o sucede dentro; únicamente es posible lograrlo con
vidrios altamente reflectantes bajo unas condiciones lumínicas
determinadas. Toda vez que estas condiciones varían, el efecto producido
puede ser inverso al deseado. Un ejemplo son los llamados
espejos-espía. Estos espejos actúan reflejando las imágenes en la cara
del vidrio con mayor luminosidad. En la cara con menos luminosidad, un
espectador puede ver a través del vidrio qué ocurre al otro lado. En
cambio, si variamos las condiciones lumínicas, ambos lados permiten ver
lo que hay detrás aunque con cierta dificultad debida a la reflexión en
ambas caras.
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